En los últimos años, Chile ha experimentado un crecimiento significativo en su industria turística. Solo en 2019, el país recibió más de 4,5 millones de turistas internacionales, una cifra que refleja su creciente popularidad como destino global. Este auge, sin embargo, plantea un desafío: ¿cómo equilibrar el desarrollo turístico con la necesidad urgente de conservar la biodiversidad y el patrimonio cultural?
El país alberga una biodiversidad única, ya que casi un 25% de las especies descritas son endémicas, distribuidas en paisajes tan diversos como el desierto de Atacama y la Patagonia.
Además, su patrimonio cultural es igualmente rico, con comunidades locales y pueblos indígenas, cuyos saberes ancestrales y prácticas sostenibles están intrínsecamente vinculadas a sus territorios.
El turismo regenerativo emerge como una alternativa innovadora y necesaria, no solo para mitigar los impactos del turismo masivo, sino también para restaurar y mejorar los ecosistemas y fortalecer a las comunidades locales. Si se gestiona de manera adecuada, puede ser una herramienta poderosa para conservar tanto la biodiversidad como las tradiciones culturales, respetando la relación simbiótica que las comunidades han desarrollado con sus entornos.
Ejemplos exitosos como Rewilding Chile, que está llevando a cabo acciones de turismo regenerativo en la Ruta de los Parques de la Patagonia, se enfoca en la restauración de ecosistemas degradados y la promoción de un turismo que minimice su impacto ambiental y que también contribuya a la recuperación de la biodiversidad.
Torres del Paine, uno de los parques nacionales más icónicos del mundo, reconocido no solo por su belleza natural, sino también por su enfoque en la sostenibilidad y galardonado en los World Travel Awards, ha integrado un enfoque regenerativo en sus planes de manejo, permitiendo un flujo controlado de turistas que contribuye a la conservación del paisaje y la educación ambiental.
El turismo regenerativo no es solo una opción, es una necesidad en un mundo donde los efectos del cambio climático y la pérdida de biodiversidad son cada vez más evidentes.
Chile está en una posición privilegiada para satisfacer esta necesidad, con su vasta red de áreas protegidas por el Estado que cubren más del 20% del territorio nacional, además de la red de áreas protegidas privadas .
Es momento de reevaluar los modelos insostenibles de turismo masivo y adoptar un enfoque que no solo proteja, sino que regenere y revitalice los territorios.
Néstor Burgos es Ingeniero en Recursos Naturales Renovables de la Universidad de Chile y Magíster en Desarrollo Rural de la Universidad Austral de Chile.
Desde 2016 forma parte de un proyecto colaborativo de conservación privada, iniciativa que le ha permitido conocer en profundidad las dificultades tanto técnicas como de gestión en temas de conservación territorial, llevándolo a especializarse en esta materia.
Actualmente es Director Ejecutivo de la Fundación Llampanguí, organización dedicada a la conservación de casi 7.000 hectáreas en la región de Coquimbo y Encargado de Planificación de Conservación de Proyecto Land, en donde se encuentra gestionando la implementación de 4 parques y más de 2.000. hectáreas de conservación.